De republicanos, clases medias y herencia franquista / Pedro A. García Bilbao
Publicado en 2016
En España no hay apenas republicanismo político organizado con peso y presencia porque la burguesía republicana, las clases medias de la época republicana, fue literalmente barrida del mapa, físicamente —cárcel, muerte, exilio—, y culturalmente, —destruidas la escuela y la cultura de la libertad pública por tantos años de dictadura—.
A esta destrucción se le suma la destrucción del movimiento obrero y de todas las manifestaciones de cultura proletaria que el movimiento obrero había ido creando. La enormidad de la represión y la reconstrucción de la vida social sobre las bases del nacional-catolicismo, de la lógica nacional falangista primero y el relevo posterior de los tecnócratas del Opus nos hizo pasar a la sociedad del desarrollismo desde el franquismo.
Las clases medias de los años 60 en adelante no eran continuadoras de los valores laicos, republicanos y democráticos radicales de los republicanos de Azaña y los demás, sino hijos del desarrollismo franquista, de origen obrero formados por la Iglesia y el Sindicato Vertical mientras la burguesía propiamente dicha se reconstruía pasando del fascismo a lo liberal con la fracción democrática histórica que había existido erradicada literalmente.
Llegamos al presente con una brutal alienación en casi todos los sectores. Los trabajadores con valores postmodernos y negando su condición de asalariados, y las clases medias alienadas doblemente, por su condición precaria y por la falta de valores democráticos. Lo que asustó a la oligarquía en los años 30 no fue a inexistencia de una clase media que sustentara el sistema democrático que supuestamente volvería inviable la República, en modo alguno, la oligarquía abominaba de la democracia y optó por el golpe y la guerra de aniquilación, lo que les asustó es que esa clase media que deseaba un estado republicano moderno, democrático y social tenía valores laicos, librepensadores, reformistas y republicanos radicales. No es de extrañar que España fuera el único país que resistiera al fascismo, pues fue el único lugar en el que la fracción democrática de las clases medias se alió con el movimiento obrero. La derrota arrasó con todo.
Los años 60 trajeron la clase media que deseaba el sistema, precaria, de origen obrero y por ello desclasada, con una mezcla de síndrome de niño maltratado como memoria de la guerra y la represión, formada en un entorno cultural donde la Iglesia y el Opus controlaban el ambiente, las empresas asumían los valores liberales neocapitalistas y el consumismo se convertía en la única promesa de mejora social.
Si quieren saber porque productos políticos basados en la manipulación, el cinismo y el discurso populista crecen en estos momentos de crisis y porqué la supuesta alianza de la «izquierda» abomina de la República, del laicismo y de la lucha contra la impunidad del franquismo, la respuesta es fácil, porque tenemos la izquierda que construyó socialmente el franquismo y los cuarenta años de propina que nos regaló una Transición basada en la más completa y envilecedora impunidad.