Monjas, laicismo y la incapacidad de la izquierda / Pedro A. García Bilbao
Monjas, laicismo y la incapacidad de la izquierda
Pedro A. García Bilbao
Vicenç Navarro ha escrito un artículo en contra del supuesto sectarismo de izquierda que estaría detrás del ataque o crítica que la revista Sin Permiso le ha dedicado a a la monja catalana TERESA FORCADES, publicando un artículo del psicólogo mexicano Mauricio José Schwarz: sor Forcades se ha hecho famosa en el último año por su activismo ciudadano y político en defensa de los trabajadores y de los sectores populares. El asunto es de importancia. Mi posición es la siguiente. Que una monja que lo es tenga una actuación militante en defensa de la gente frente a los abusos (digámoslo así) es de agradecer, pero no debe sorprendernos que actúe como una monja. Va de suyo. El problema es cuando activistas políticos de izquierda se comportan como monjas. Eso sí es grave. Pero resulta que la polémica que recoge y levanta V. Navarro no se centra tanto en supuestos ataques al monjil activismo ciudadano, sino a defenderla de las acusaciones de ser una decidida partidaria de la cruzada antivacunas que últimamente se está extendiendo. Mauricio José Schwarz documenta su denuncia suficientemente, mientras que Navarro acude a argumentos de autoridad y al peso de la duda. En realidad lo que se plantea no es tanto un disenso sobre el contenido de las demandas de Forcades o su identidad religiosa, sino al carácter anticientífico y lleno de prejuicios de algunas de sus demandas. Parece claro que esto va más allá de si una monja más o una monja menos. En cualquier caso parece que Navarro se apunta a esa idea tan extendida en España de que los religiosos de «izquierda» son incuestionables.(y los otros también, claro).
El poder de la iglesia y el peso de sectas católicas como el opus, kikos, legionarios, etc, en la España de 2013 es sencillamente aterrador, pero sin embargo el laicismo sigue siendo uno de los grandes temas vetados en la acción política en España entre las filas de la izquierda realmente existente. ¿Motivos? Luchar por un estado laico coherente y una sociedad equilibrada en ese sentido implica enfrentarse a uno de los poderes reales que condicionan la vida española, la iglesia católica. Catalunya no es diferente en esto: el peso del integrísmo en la elite social y económica catalana es muy alto también y la incapacidad de la izquierda catalana para aplicar y defender un discurso y una práctica laicista y republicana
iguala a la de sus equivalentes españoles.
Laicismo y republicanismo activo y coherente no son ni principios ni valores que orienten la acción de la izquierda realmente existente. Están ahí, pero la actuación política y social de la izquierda no se orienta con ellos: «no son prioritarios», «dividen», son algunas de las excusas que se oyen. Es la herencia de la política carrillista de «reconciliación nacional», que favoreció la entrada en las filas comunistas y de la izquierda de sectores católicos y de hijos de cuadros del «régimen», algo que contribuyó a hacer posible esa gigantesca traición que fue la Transición española,
Tenemos el gobierno más neoliberal y retrogado de Europa occidental, con una presencia de miembros del Opus Dei y de otras sectas muy notable. Privatizaciones y concesiones a las iglesias y sectas, destrucción de lo público y entrega a la religión de la educación, trato de favor, concesiones de todo tipo, se destruye la cultura cívica y se fomenta una mezcla horrorosa de discurso empresarial y fanatismo religioso. La implicación del Opus dei en los gobiernos de la dictadura hace especialmente odiosa la filiación integrista del actual ministro del Interior, converso a la secta y rabioso antirrepublicano, un hecho que nunca es considerado en el trabajo político de oposición de izquierda; estas cuestiones ni se tratan siquiera. Hay tanta miseria moral y tanta complicidad del Opus Dei con la dictadura y sus crímenes que si la oposición de izquierda actuara como debiera, el ministro del Interior debería ver acompañado cada uno de sus actos de contundentes denuncias de su hipocresía y doble moral, de la indecencia absoluta y desprecio a las víctimas del franquismo que la presencia de alguien como él en ese puesto implican.
¿cómo es posible que con un panorama así lo que mueva a crítica sea la filiación de una activista ciudadana que además de ello es monja? Hay una posible explicación: la impunidad del integrismo religioso se ve como inevitable, pero el que una monja se convierta en activista, sea valiente y haga propuestas en alto que otros deberían hacer y no hacen, nos avergüenza pues muestra la miseria de cierta izquierda militante mayoritaria. O eso o sencillamente que no es su activismo ciudadano anticrisis lo que se critica sino la variante irracional antivacunas y anticientífica de su activismo. Es esto lo que critica Schwarz, Navarro ha equivocado el tiro esta vez.
Comparto con el artículo publicado en Sin Permiso la preocupación por las contradicciones que Teresa Forcades aporta al activismo de izquierda, pero hay que leer el artículo donde se expone el caso para poder valorarlo bien; no se trata solamente de su condición de creyente, lo que se cortica con dureza sino su postura anticientífica, sus prejuicios en temas médicos y de salud; aparte está también su católica posición contra la lucha de clases y de su papanatismo quincememo que la ha hecho célebre. Vicenç Navarro por su parte, defiende a la activista y expone su derecho a contribuir por muy religiosa que sea, además de matizar a su favor algunos extremos que ve incorrectos e injustos en la crítica, casi negando que sea una activista antivacunas, lo que no se corresponde con lo que denuncia Schwarz.
Forcades no es un problema. Que su papel nos preocupe y no se sepa tratar un conflicto con alguien como ella, lo que es es un síntoma del abandono de la lucha laicista por la izquierda, pues si el laicismo militante fuera fuerte y orientara bien la actuación colectiva, no tendría la mayor importancia que fuese monja y creyente una destacada activista como Forcades; no es su falta, ella es coherente con su sentimiento e ideas, es en otros donde hay incoherencias más graves; debemos exigir poder criticarla por muy monja que sea. No se podrá jamás vencer en esta lucha sin poner a la iglesia —a la religión— en su sitio. Sin Permiso haría mucho mejor en ponerse a analizar las causas y efectos del nulo peso del laicismo activo en las políticas de la izquierda. Y Vicenç Navarro, por su parte, quizás debiera recapacitar un poco sobre la colección de «monjas» antirrepublicanas de las que se ha rodeado últimamente, con esos manifiestos de «intelectuales contra la crisis» que ignoran a la república. Quienes son incapaces de luchar por el laicismo y la República algunos pensamos que no son de fiar a la hora de enfrentarse a los «mercados». (y esto incluye a las monjas).