La paradoja como oportunidad Arnaldo Otegui 30/11/2021
Tengo muy presente en la memoria el acto de recibimiento que miles y miles de personas me brindaron en el Velódromo de Anoeta, cuando salí de prisión tras cumplir de manera íntegra seis años y medio de condena en cumplimientos de una sentencia dictada por la Audiencia Nacional y corroborada por el Supremo y el Constitucional, que fue definitivamente anulada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por la evidente falta de imparcialidad del Tribunal que nos juzgó. Cualquier observador político de la realidad vasca sabe de la simbología que el Velódromo de Anoeta ha tenido y tiene para la izquierda abertzale. Cuando la izquierda abertzale ha querido trasladar una propuesta política de calado o mostrar su capacidad de convocatoria popular, el Velódromo de Anoeta ha sido el escenario elegido .
En aquel acto trasladé una reflexión política de largo alcance en una coyuntura histórica marcada además de manera significativa por la irrupción de una izquierda estatal alternativa al PSOE cristalizada en torno a Podemos en términos electorales. En aquel marco y aquella coyuntura, tuve el atrevimiento de plantear este emplazamiento constructivo: «Si existe una mínima oportunidad de democratizar el Estado ahí estará la izquierda independentista vasca junto a vosotras; ahora bien, el día que comprobéis que tal democratización no es posible os pedimos, en justa reciprocidad, que os suméis a los procesos soberanistas de las viejas naciones del Estado. Porque solo es posible democratizar el Estado aceptando su carácter plurinacional y el derecho de autodeterminación.
Teniendo presente aquel emplazamiento constructivo, es más fácil entender la posición que EH Bildu ha mantenido en el Estado en torno a la moción de censura contra Rajoy, en la investidura del Gobierno del PSOE-Podemos, en la defensa del escudo social o la derogación de la Reforma Laboral. Posición que ha venido acompañada por nuestra defensa firme de una solución democrática al conflicto político vasco.
Hoy, la evolución de la coyuntura histórica viene determinada, entre otros factores, por la grave crisis de régimen que vive el Estado. Hoy, la vieja disyuntiva entre ruptura o reforma, entre democratización o Régimen del 78, ha mutado en parte y necesita ser matizada.
Hoy, el Estado se inclina peligrosamente hacia la posibilidad real de que las derechas autoritarias pongan en marcha una dinámica creciente de «mayores desdemocratizaciones» en el régimen jurídico-político. Si el Régimen del 78 no trajo una democracia plena para nuestras viejas naciones y para nuestros trabajadores, hay en el horizonte una posibilidad real de instalar una «democracia» a la turca, la húngara o la polaca en el Estado Español.
La gran paradoja política en esta situación se podría resumir así: hoy no es posible detener esa contrarreforma autoritaria, y hoy no es posible la existencia de un Gobierno de «progreso» en el Estado sin el concurso, apoyo o complicidad de las izquierdas independentistas vascas, catalanas, gallegas. La paradoja, la gran paradoja política, es que sin el concurso de quienes reivindicamos la creación de un Estado propio para vascos o catalanes no hay posibilidad de que existan gobiernos de «progreso» en el Estado.
Hoy la gran paradoja política consiste en comprobar que no se puede detener a las ultraderechas en el Estado sin sumar a las izquierdas independentistas vascas, catalanas o gallegas.
No entender esto es no entender que, mientras la España monolingüe gira claramente en términos culturales y electorales a la derecha extrema, los pueblos de las naciones sin Estado giran con cada vez mayor intensidad hacia la soberanía y la izquierda. Esta evolución es imparable desde nuestro punto de vista, y va a determinar la vida política en el Estado y en nuestras respectivas naciones en los próximos años.
Por eso, EH Bildu propicia e impulsa, además de la defensa del escudo social, la defensa el escudo político y parlamentario que cierra las puertas a la derecha autoritaria. Este es y seguirá siendo nuestro compromiso. Pero hacer frente a la derecha autoritaria desde un punto de vista estratégico exige entender que se necesita un programa realmente democratizador en lo social y en lo territorial, y no juegos tácticos que hagan depender nuestros futuros en función de uno u otro resultado electoral.
No se trata pues y solo de impedir electoralmente el acceso de la ultraderecha al Gobierno, sino de alcanzar acuerdos entre las izquierda plurinacionales que pueden y deben de ser ampliables a todas las fuerzas dispuestas a impulsar una democratización en profundidad del Estado. Porque hacer frente a las derechas autoritarias no puede plantearse en términos de pura aritmética electoral y cruzando los dedos en cada convocatoria electoral. Hacer frente en términos estratégicos a las derechas autoritarias exige un bloque histórico plurinacional, democrático y de izquierda que levante y desarrolle un programa político, económico, social y territorial que haga imposible su reversión.
Pero este programa democratizador, que solo se puede construir en términos reales con las izquierdas independentistas vascas, catalanas o galegas, debe de tener en el epicentro de su programa el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado y el respeto al derecho de autodeterminación de los pueblos. Sin esos ingredientes, sin esa ambición histórica y política, ni se hace frente en términos estratégicos al programa desdemocratizador brutal que plantearán las derechas, ni se evitará como «mal menor» la vuelta a los Pactos de Estado que se sustentarán en las viejas hipotecas de la Transición.
Hoy, más que nunca, queremos reivindicar a una izquierda que no solo aprendió la tabla de restar y dividir, sino que también y además aprendió a sumar y multiplicar. Hoy, para hacer frente a los grandes retos que nos plantea el inmediato futuro, necesitamos construir espacios de colaboración y suma entre todas las fuerzas políticas que defendemos una agenda transformadora en lo social, en lo económico y en lo territorial. Y la resolución de nuestros problemas nacionales en términos democráticos debe de formar parte estructural de dicha agenda democratizadora.
Pero la respuesta en términos estratégicos a la desdemocratización estructural tiene para la izquierda independentista una doble dirección: la suma de esfuerzos en la defensa de la democratización del Estado por un lado, y la estrategia de construcción de un Estado Soberano para nuestro pueblo como horizonte estratégico más deseable y de mayor garantía para que alcance un escenario democrático pleno en términos nacionales y sociales.
En una y otra dirección EH Bildu seguirá sumando y haciendo camino.